viernes, 23 de mayo de 2014

Sobre la retórica en Calicalabozo

Sobre la retórica en Calicalabozo

Por: Esteban Ríos Bedoya


Hablar de retórica es hablar de la vida misma, podríamos atrevernos a decir que toda creación humana está imbuida de un factor retórico por una simple razón, el ser humano racional (en su estado sano de consciencia) todo lo que hace, lo hace con una intención. Esta intención, oculta o explícita, que está en el interior de cada acción humana es lo que alimenta la retórica. Entendiéndola como la entendieron los griegos (y como aún se entiende) cuyo objetivo es persuadir, es decir, lograr llegar a ese objetivo oculto o explícito inicial. De esta manera podemos decir que la vida humana misma es retórica y si muchas veces hemos dicho que el cine de No-Ficción busca esa “vida misma”, esa realidad humana expresada de modo directo frente a la cámara o de forma metafórica; el documental (sea del tipo que sea) es un acto retórico, en tanto a su característica de creación humana y de su finalidad persuasiva En este caso haremos un acercamiento al desarrollo retórico que tiene la película documental “Calicalabozo” de Jorge Navas. Para esto analizaremos los 3 elementos de la retórica identificados como la acción, la elocución y la disposición. En ellos hablaremos de la voz, el modo, la distancia, el punto de vista, el tono, las figuras y el estilo presentes en este documental. Este análisis se hará de manera ágil, con el fin de identificar las características propias de este documental. Este es un documental de tipo poético, por tanto gran parte de su retórica nace de las representaciones del director sobre la realidad que busca plasmar en su película. En primer lugar la acción, o el actio, el hecho de visualizar la película y decodificar el mensaje visual y sonoro propuesto por Navas pone en presente ese discurso retórico de calicalabozo, lo actualiza y contextualiza. Este puede ser, a la vez, ventaja y desventaja del cine; ya que algunos desarrollos argumentativos pueden quedar obsoletos con el tiempo o pueden prestarse a reinterpretaciones por parte de quienes se acercan a él y esta característica del cine que permite capturar el tiempo, y mostrarlo en contextos y tiempos diferentes permite una comprensión distinta de la realidad tratada o una confusión. En el caso particular de Calicalabozo, Navas nos habla a través de múltiples textos de Andrés Caicedo que acompaña con representaciones propias de cómo él ve esos textos materializados en la ciudad de Cali de los años 90. Estos textos, tomados literalmente de la obra de Caicedo y leídos cada uno por una voz diferente, que hace sentir cada fragmento o historia como una narración propia de esa voz, de ese personaje que Navas nos relaciona con otro que nos muestra en pantalla. Esa voz, que pareciera hablar de su propia experiencia y que roza a veces con lo fantasioso, debido al estilo propio de Caicedo, hace parte de la paleta de colores que usa Navas para darle ese toque poético, casi sureal, a su película y que lo hace parecer más ficción que documental. Al usar varias voces, de distintos personajes, que nos hablan de su realidad personal o de cómo ven la ciudad y la vida, es fácil encontrar alguno que genere un vínculo con el observador, pareciera una miscelánea de representaciones condensadas en una mirada a la ciudad a través de la obra de Caicedo. Es entonces una voz coral la que nos habla, pero es un coro falso y somos conscientes de eso. Una voz desconocida nos habla, pero sabemos que es Navas a través de Caicedo. Es una voz con autoridad vivencial, pero de una vivencia tomada desde lo poético, pues la realidad se construye mediante las vivencias propias e internas de estos personajes. Estos discursos cruzan a su voluntad las fronteras de lo directo y lo indirecto con libertad; el aparente monólogo es recurrente, pero como ya se dijo anteriormente, es un monólogo falso. No es el personaje, es Caicedo, y tampoco es Caicedo precisamente, realmente es Navas, quien con el simple hecho de haber seleccionado los textos y a quienes serían la voz de ellos, nos empieza a mostrar cómo él ve la obra de Caicedo y cómo la ve en Cali; por tanto (y gracias de nuevo a haberse basado en la obra de Caicedo) la narración se va sin reparos por el flujo de conciencia, intentando mostrar lo que pasa en las mentes de los personajes y cómo estos ven la realidad que los rodea. El punto de vista parece ser interno puesto que los narradores son a la vez los personajes de sus propias historias y nos hablan desde ellos mismos, desde su interior, desde sus experiencias y sentimientos. En cuanto a la elocución, o elocutio, que trata más los aspectos formales de la película podemos destacar los siguientes aspectos: La película está en blanco y negro a pesar de haber sigo grabada en una época en la cual ya existía la posibilidad de hacerlo a color (1997). Esta estética responde, supongo, al hecho de haber tomado la obra de Caicedo como guión y guía, ya que durante la época de Caicedo el cine sí era a blanco y negro. La cámara responde a cada microhistoria narrada, a veces pareciera ser una mirada subjetiva, a veces un simple registro, a veces un observador curioso, a veces parte del delirio del protagonista del fragmento. La cámara, sus movimientos y sus encuadres se adaptan a cada fragmento tomado por Navas para su película. La narración parece grabada aparte y acompaña de manera extradiegética los planos, mientras habla, de una u otra manera, de lo que en ellos sucede. No hay entrevistas, ni archivos, ni animaciones, toda la narración visual se construye a partir de puestas en escena que parecieran a veces simplemente “pintar” la narración. La construcción total del documental está constituída por varias historias superpuestas a lo largo del film, dejando al espectador siempre a la espera de que vuelvan a alguna de las historias anteriormente empezadas, y a veces cumpliendo esta promesa. Identificar el tono de Calicalabozo puede resultar un dolor de cabeza debido al tipo de narrativa usada por Caicedo en sus textos, sin embargo y debido precisamente a ese tono literario y algo fantasioso de la realidad, sus escritos, cargados de pinceladas de realidad mezcladas con improperios subjetivos nos dan ese tono a veces irónico de lo que pasa en la ciudad y de lo que pasa con sus habitantes, pero más que eso prevalece el viaje onírico y poético por las percepciones del mundo que tienen Caicedo y Navas. Precisamente el hecho de tomar como guión un texto literario hace que esta película esté plagada de figuras retóricas donde la metáfora es la reina sin lugar a dudas, puesto que las realidades mínimas representadas en los fragmentos que escogió Navas para la película, logran representar de alguna manera Caicedo vio y vivió la ciudad (Cali) en su tiempo y cómo el mismo Navas lo hace correspondientemente. La disposición de esta pieza fílmica responde a una aparente arbitrariedad fragmentaria que usando pedazos de escritos de Caicedo construye una imagen del mismo autor, de la ciudad y de cómo el director entiende a ambos. Una serie de historias seleccionadas de la obra de Caicedo se superponen a lo largo de la película, dando la sensación de estar viendo una colcha de retazos de la obra de Caicedo. De acuerdo a lo propuesto por David Bordwell podría categorizarse dentro de un sistema formal no narrativo en su vista general, pero debido a que su interior está compuestas de microhistorias que sí tienen en ellas un hilo narrativo, esta película puede tener una estructura general no narrativa, pero un endo estructura basada en lo narrativo.

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